Una imagen personal de las nuevas “conquistas”
Llegar a sembrar miedos, aprender a mirar para saber lo que les atemoriza y sacudirlo cuando llega el momento, generar zozobras, bandear odios y enfrentamientos, sacudir tragedias no pasadas o pasadas, pero engrandecidas, entender como restregarlas para que el presente sea un rencor sin explotar hasta el preciso instante en que se quiera comenzar el dominio.
Expulsar a los culpables, nombrados así sin juicio ni tamiz. Odiar a quienes han de ser odiados, según el discurso de quien empieza a ganar con esos odios. Reducir el papel de la gente que opina distinto. Taparles la boca con consignas varias, todas al centro del alma. Nuevas religiones. Nuevos dioses. Dudas de fe, de vida, de modos de hablar con lo divino. Resucitar las viejas religiones con nuevas lecturas de los dioses que las encumbraron. Lograr con un solo dios lecturas enfrentadas.
Buscar apoyos desconocidos, fuertes, pretendidamente fuertes, para infundir más miedo. No solo con la historia de agravios, con el cambio de dioses, también con falsos apoyos que vienen de quienes sin ser grandes pretenden serlo al apoyar causas que nadie entiende. Defender de no se sabe quien pero que parece que ataca. Vencer sin convencer. Aplastar sin matar, sin que te vean matar. Matar.
Mentir, mentir sabiendo que la verdad nunca podrá ser demostrada con tanta fuerza como la mentira que difama, que enturbia, que enloda.
Lanzar consignas contra los otros a los que los acusamos de hacer lo mismo que hacemos nosotros pero en ellos es agravio y en nosotros es defensa.
Crear un otros y un nosotros, confundir los limites cuando los intereses son comunes. Salvar los intereses -eso sí-, de unos y otros, conquistadores y algunos conquistados, los que tenían el poder. Los intereses para salvar los capitales. Esos capitales que van a construir un nuevo imperio. El nuestro sin vosotros. Ese vosotros que siempre incluye a los débiles de uno y otro bando y salva a los fuertes de uno y otro bando.
Agrandar los capitales, a fuerza de marcar las diferencias entre débiles y fuertes. Los fuertes con intereses. Los débiles con esperanzas.
Así más o menos debió ser la conquista y así están siendo las conquistas de quienes menos merecen lograrlas.
Las conquistas de quienes usan la palabra para amenazar, el poder para intimidar y a la gente como arma arrojadiza. Las conquistas de quienes incapaces de pensar suprimen todo aquello que sirve para razonar. La cultura es siempre su primera víctima, la educación y la ciencia van inmediatamente después. La salud cae a espacios de privatización capaces de lograr las muertes de la pobreza, por eso… por pobres. El medio ambiente ya no sirve ni como medio ni como ambiente. La sociedad no es más que un inmenso espacio para acumular riqueza a costa de lo que sea y de quien sea.
Las conquistas y los conquistadores del siglo XXI vienen como los del XV, sembrando miedos y religiones castigadoras y represoras. Para que luego nos digan que conocer la historia no es útil en estos tiempos.
Comentarios recientes