¿Qué sucedió con la cooperación cultural? ¿Qué sucedió con la cooperación cultural en este espacio que alguna vez alguien imagino con el nombre de Iberoamérica? Un sueño resquebrajado por miles de piedrecitas tiradas contra el tejado de ese caserío, hundido mientras se estaba construyendo.

Frase tópica: “que difícil es construir y que fácil destruir”.

Los ladrillos de aquel esfuerzo estaban repletos de personas que se intercambiaban experiencias, ilusiones, conocimientos, también fracasos, frustraciones, desplantes… todo estaba en esas paredes en las que se encontraba una forma de sentir, de pensar, de imaginar futuros compartidos. Ya no queda casi nada. O al menos de lo que queda se sabe muy poco.

Desde los países casi nadie quiere saber nada del vecino, desde los organismos casi ninguno apuesta por un programa cultural sólido y creíble. Desde las cancillerías se desdibuja ese proceso de conocimiento y acercamiento que llamábamos diplomacia cultural. Los grandes debates regionales, las búsquedas compartidas en temas que nos interesan a todos como los derechos de autor, o la circulación de artistas y obras dejaron de aparecer y solo quedó el repertorio de lo patrimonial, casi también patrimonialmente defendido, sin ideas nuevas o al menos no las leo, no las oigo, no las veo… Hace poco estuve en una feria del libro con estantes vacíos y al preguntar la respuesta fue un lamentable … “los libros están en la aduana buscando un papel que les permita cruzar la frontera”.

Todo en esta época se resiente del maltrato a la emigración. Cruzar fronteras parece un mal negocio hasta para lo intangible.

No todo está perdido. La gente joven sigue construyendo pequeños chamizos que albergan ilusiones, esperanzas y sueños compartidos. Ya no es aquella casa que se imaginó y a la que se dotó incluso de una carta de navegación, la famosa “Carta Cultural Iberoamericana” de la que tan poco queda en pie. Ya no es el edificio que soñamos en algún momento porque los arquitectos de aquella obra han desaparecido aplastados por la inutilidad de sus empresas de construcción. Pero en cambio están creciendo chamizos capaces de cambiar de lugar con facilidad y viajar por ese virtual espacio que parece estar dando forma al nuevo mundo.

Los países latinos no se hablan los unos con los otros en materia de procesos de creación, difusión y comercialización de productos artísticos, menos con una España que se ha desdibujado culturalmente en este continente por miles de razones, aunque sobre todas ellas la incapacidad del gobierno de Rajoy para hablar con nadie que no piense como él… llámense catalanes, o latinos. Pensar como él significa pensar en el dinero, en las empresas, en la exportación … entonces sí hay como viajar a América Latina… pero si es para conversar, para “lenguajear” aprovechando esa suerte de espacio compartido… no hay posibles.

Aun con esos silencios tan estridentes la gente sigue imaginando algo compartido, algo posible, formas diferentes con anhelos comunes, crear, conocer, sentir al otro. Las instituciones ya no sirven, no apoyan, no están … pero la imaginación, las ganas y la necesidad de seguir traspasando fronteras siguen incólumes.

Aquel sueño que se llamó PROYECTO MAPA  al que le voy a dedicar un espacio importante en este blog dentro de poco, marcó imaginarios capaces de hacer temblar el viejo concepto de fronteras. Por desgracia los arquitectos de aquel sueño también han sido devorados por monstruos de la razón y la sinrazón al más puro y fantasmagórico cuadro goyesco. Pero dejó impronta y de ella vamos a hablar. Porque se trata de imaginar las fronteras de otra forma, con otros usos, de eso se trata y la cultura, sus manifestaciones artísticas, pero también las antropológicas puede ser un punto de partida inexplorado. Convertir a la cultura en un modelo de construcción de futuros deseados. A eso le debemos apuntar.

Por eso vamos a comenzar una serie en este blog que se llama REINCIDIR … explicaré por qué el nombre. Vamos a hablar de casos concretos y de marcos posibles. Vamos a trabajar de nuevo con la idea de “lenguajear” con la palabra cooperación, con ese sobre nombre que justifica mi profesión… “cultural”… ojalá algunos de los lectores se animen a escribir.